domingo, 12 de mayo de 2013

Another day in paradise

Nuevamente camino, doy un paso al frente y me tropiezo. No sé si he comenzado a acostumbrarme a esta espiral o es simplemente el sendero que debo recorrer para recuperar las fuerzas.
He padecido en silencio desde que recuerdo y es ahora cuando no sé exactamente por qué estoy llorando.
De alguna forma que no alcanzo a aprehender, estas lágrimas mudas se han convertido en parte de lo que soy y no consigo desprenderme de esta máscara.
Lo peor es que conozco la historia, sé cómo vuelvo una y otra vez a pasar por el mismo punto, sin detenerme a saltar las piedras que ya he visto antes. Y más aún, sé cuál es el próximo paso, sé cómo evitarlo y probablemente sepa cuáles son mis otras opciones (por más que algo en mí insista en cerrar esas puertas).
Finalmente, sigo callando, tragando mis lágrimas y poniendo una sonrisa falsa que es más que convincente. Intento estar bien, rebuscar entre el torbellino que cargo conmigo y encontrar algo de fuerzas para mirar al frente.
Llevo en esto demasiado tiempo.
Y mi cabeza se pregunta por qué todo es tan complejo - la respuesta es evidente: soy yo, tomando decisiones, cargando con mi costumbre y las muchas ganas que tengo de que todo acabe de alguna manera.
Quiero un abrazo (de esos que me hacen sentir en casa) y una mano que me sostenga. No quiero seguir de rodillas.

No hay comentarios.: