viernes, 11 de mayo de 2012

Fantasma

Ok. Es necesario hacer un alto y respirar. Los dedos deben sumirse en el vaivén de lo no dicho y expresar lo que no me atrevo a mirar. ¿Qué es? ¿Qué significan estos silencios? El dolor se hace cada vez más fuerte y no soy capaz de dar un paso más. ¿Cuál es el miedo? ¿A qué le tengo miedo? ¿Es miedo realmente? A veces siento que no es más que angustia por el vacío. ¿Qué pasaría con aquél prisionero si un día le dejas sin seguro su celda? Recuerdo una historia sobre libertad, sobre aquél que no pudo salir por miedo, desconfianza, costumbre, culpa. ¿Qué peso tienen en mí éstas palabras? ¿Qué significa para mí éste miedo al que recurro y que a ratos me atrapa y me paraliza como si fuera su presa? Siento que cada vez me excuso más en este funcionamiento: sumirme en las penas más profundas y sentir que mi existencia no debe continuar. Es difícil que confíe en alguien ante esta incertidumbre. ¿Para qué hacer vínculos, para qué plantar semillas? No sé realmente si vale la pena. La gente a la larga lastima sin darse cuenta. No es su culpa, es la mía por permitirles llegar hasta mí.

A la larga es un círculo vicioso que se alimenta a sí mismo. ¿Me sirve que permanezca así? ¿Por qué me mantengo en este lugar a pesar de todo el dolor que me ocasiona? Quizás este dolor y estas disyuntivas, esta desconfianza, la falta de cercanía, la costumbre de huir, el control... me hacen sentir segura, son terrenos que he pisado una y otra vez. Ya sé más o menos lo que puede pasar. Le temo menos a la muerte que el riesgo a lo desconocido. ¿Entonces he conocido la muerte? Siento que me ha acompañado desde mi nacimiento, desde antes incluso. Como esta imagen del ángel y el demonio sobre cada uno de mis hombros: así están la vida y la muerte susurrando en mi oído a diario.

Perder el control. Confiar. Arriesgarme. Sentir. Conectarme. ¿Qué pasa conmigo? A ratos siento que este drama irracional no es más que liberar. No tengo miedo al dolor. ¿Es más cómodo seguir en este ciclo? ¿Por qué? Lo único que sé con certeza es que estoy harta de dar lástima. Ya no quiero esta dinámica, no por mí, sino por mis vínculos.

¿Qué quiero yo? ¿Qué hay de mí? ¿Qué soy, quién soy? Me siento transparente, incluso ante mis propios ojos. Como si pudiera moldear mi nada para hacerla más cómoda. Soy un instrumento. No sé qué hay en mí, no sé siquiera si importa saberlo. Quizás por eso no hago el proceso, porque es lo menos importante. Respondo a la demanda de un otro, llamo la atención un rato para hacer sentir que aún existo... esperando que alguien sea capaz de ver lo que yo no: que soy.

Me ridiculizo, me siento dramática, absurda, sin sentido. Podría dejar esto que siento y relegarlo a un cajón más de mis anécdotas. Sentir que estoy haciendo un proceso, creerme que estoy haciéndolo y sin embargo lo único que consigo es bajar el monto de angustia sin jamás acercarme a ella.

No estoy sola. Sé que no estoy sola y sin embargo así me siento. Soy transparente. Me restrinjo en usar mi redes. ¿Cómo podría pedir ayuda si ni siquiera yo misma me estoy tomando en serio? Estoy sufriendo, claro. Me duele el pecho, me siento ahogada. Pero ¿quiero salir realmente de esto? ¿O sólo hago como que me miro, dejo que la gente vea lo que quiero que vean, tengo un poco de atención y completo el ciclo? ¿En qué momento voy a tomar el espacio y me voy a hacer cargo de todas estas cosas que han ido surgiendo? ¿Qué me hace falta? La respuesta no está en un otro, quizás afuera pueda ver el reflejo de mi caos interno, pero mirar el caos de frente depende de mí.

Esto seguirá así hasta que decida. No decidir es una decisión en sí misma - ya sabemos qué pasa si tomo esa senda.

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