jueves, 25 de agosto de 2022

Coming back

En general mis pasos son siempre algo ambivalentes...

A veces voy hacia mi objetivo como un cazador alcanzando a su presa: vuelo en caída libre, troto majestuosamente o me enfrento a las dificultades como si supiera el libreto con anticipación. Soy ansiosa, así que por lo general me fijo objetivos y trato de cumplirlos limpiamente a la brevedad. Cuando persigo mi objetivo apenas marco los pies en la tierra, quedan las puntas de mis dedos talladas en una sucesión de marcas de un compás de danza. 

En otras ocasiones, me paralizo y tengo tanta angustia que me oculto. La verdad es que no lo hago tan bien. No es que busque una cueva segura y vigile la entrada, es más bien que busco algo de vegetación alta y me quedo quietecita hasta que me sienta más segura. Esas huellas quedan algo extrañas: no se marcan en la tierra solo mis pasos o mis manos, sino también mi pecho y mis piernas... a veces hasta mi rostro.

Hay otras veces en que me hago invisible. No sé quién soy y me vuelvo parte de la nada. Aquí suelo mirar al infinito y nutrir mis raíces. Me pierdo, me encuentro, me desconozco y vuelvo a perderme. Es un proceso incómodo, como si la piel, los huesos y hasta mis propios pensamientos me fueran ajenos. No tengo muy claro cómo salir de ahí, pero por lo general sólo espero que pase la intensidad de lo que sea que me abraza y sigo mi camino.

Otras veces me toca caminar, ser acompañada o acompañar. Creo que este es el proceso más bello para mí, porque me siento en manada. Mi naturaleza es solitaria, pero en compañía. Necesito tanto estar sola como en grupo. Necesito ser vista e ignorada, ser el centro y ser decoración. Mucho de algo me hace sentir incómoda y suelo escaparme, pero un poco de cada experiencia se añora cuando no está.

Siempre pensé que la buscadora sería siempre un ser despierto, alguien que mirara las estrellas y las usaría de brújula - la verdad es que he estado más perdida y confundida de lo que me hubiera gustado. Cuando imaginaba mi camino, me veía en la orilla del mar trazando huellas, jugando con la arena y marcando mi camino con mucha fuerza - la verdad, ha sido un camino extraño que no siempre ha ido hacia adelante ni en espiral, sino más bien un poco de caos teñido con momentos de lucidez.

También me imaginé como una personal fiel a mis letras, como una escritora empedernida que vendría cada tanto a embriagarse de la cadencia sensual de unas frases bien hiladas - la verdad es que me aburrí de escribir y ser juzgada, me cansé de intentar explicar en ideas cotidianas lo que para mí en modo efímero era suficiente y a veces las letras no siempre salían tan naturalmente y me frustré. 

Soy muchísimo más caótica de lo que siempre imaginé y no siempre me caigo bien (la mayor parte del tiempo diría que no). Lo que sí sé es que me resulta sanador volver atrás, a lugares conocidos y tratar de darle algo de forma al paso del tiempo.

No estoy vieja, pero de alguna forma mi alma siempre ha sido algo mayor y ha teñido mis días con su añoranza. 

Me gustaría poder ser más simple y estar más en mi y menos en la nada. 

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