martes, 9 de julio de 2013

Feathers

"La gracia de la vida, es vivirla… Es lanzarse al precipicio y sobrevivir a las heridas, es cruzar el puente como sea, porque vale la pena avanzar y conocer otros paisajes. (...) [No olvides que] eres capaz de cambiar el mundo con sólo desearlo, que todo depende de ti, ¡puedes ser quien quieras! (...) [Lo que intento decir es:] “¡Mierda! Date cuenta de una vez que tienes un enorme poder” Deja de arrastrarte y padecer al mundo. Hazlo tuyo y transfórmalo."

He dado un par de pasos desde la última vez y no es tan terrible como creía; en efecto, creo que estoy disfrutando esta parte del viaje: donde todo me parece nuevo y me impacta de una forma que había olvidado.

No sé si las cosas han cambiado tanto, la verdad, pero sí me ha servido mucho cambiar el lado del prisma con el que miro la vida. No estoy precisamente feliz, pero sí me siento más liviana, más yo... y, si bien hoy/ayer ha sido un día especialmente complejo, aún así percibo mi entereza y sigo mirando hacia el frente - Creo que uno de los indicadores de que esto está pasando en verdad es que, a pesar de todo lo que está ocurriendo, más que buscar refugio o salir corriendo, estoy con los ojos bien abiertos para observar, aprender y tomar acciones que se acerquen lo mejor posible a lo que en verdad quiero hacer.

Hoy desperté pensando que la única forma de defender este proceso era esforzándome por buscar alicientes positivos que me permitieran dar pasos firmes. En este momento, creo que la única forma de seguir adelante es soltar el proceso y dejar que sea como necesite ser. Quiero aprender, mantener mi capacidad de asombro y dejar que la brisa transforme mi alma.

Hurgando en mi mochila, me encontré con una carta muy muy antigua (de donde sale la cita del inicio), que despertó mucho de mí que creí que ya no tenía: Me recordé que tengo uñas y dientes para moverme en el mundo y hacer lo que me venga en gana, que soy dueña y responsable de cada uno de mis pasos y que tengo más en mí de lo evidente. Sólo necesito confiar. Terminando de leerla, lo primero que pensé fue: soy libre al fin.

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