miércoles, 31 de julio de 2013

Cocoon

Cada vez se me hace más difícil contener mis impulsos: respiro hondo y trato de dar otro paso, pero a veces se me hace irresistible seguir esas ganas de acabar con todo y que deje de doler de una vez. Hoy tuve que calmarme con pastillas por primera vez y no he dejado de pensar en que mi voluntad se ha quebrado un poco con esta decisión. Como si se me hubieran agotado las razones para permanecer centrada y esa sensación de control no existiera más.

Quise correr... olvidarme del mundo y de mí misma, del asco que me da mirarme a veces y sentir que no hago más que contaminar, como un virus. Quise tomar un avión, el primero que saliera, cargando el poco dinero que tengo, sólo para huir de esa sensación de vacío y llenarlo con algo diferente.

En días así no quiero hablar con nadie. Me siento tan miserable que prefiero abrazar mis piernas y ser tan ínfima como me sea posible.

Sé que habrán días mejores, que esta sensación dejará de tener control sobre mí y volveré a pelear con mis garras de leona... pero ahora, justo ahora, lo único que necesito es que alguien me remeza y me cachetee un poco, o me acune y me haga olvidar esta sensación de no querer existir.

Luego está esa voz que me dice que exagero, que soy dramática y que debo dejar de ser tan inconsecuente. Y me siento tonta... y me siento mal... y alimento la tormenta. Y me aíslo y no dejo que nadie entre en esta especie de refugio que no consigue protegerme de mí misma.

Estoy segura que de mí depende que hayan días mejores, que nadie más que yo puede hacer desaparecer la tormenta... pero por hoy me quedaré aquí, lamentándome un poco más por no tener las herramientas necesarias para evitar este tipo de situaciones, detestando un poco más mis carencias y viendo el vaso completamente vacío.

Hoy encontré un álbum de fotos antiguo y esta canción como comentario de una de ellas. Tiene tanto sentido hoy como ayer: http://www.youtube.com/watch?v=EkfUvSU1wM4

No hay comentarios.: